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- Última actualización el Lunes, 02 Octubre 2017 08:21
- Publicado el Viernes, 26 Noviembre 2010 09:45
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La historia de Julia
La historia cuenta de una adolescente que se llamaba Julia que dentro de unos días cuantos de días cumpliría los 18 años.
Ella se pensaba que al tener ya esa edad sería libre de hacer lo que quisiese, pero eso no iba a ser así. Unos meses después de haber cumplido ya los 18 años, Julia oyó una noticia de que harían una reunión para hablar sobre temas políticos, pero ella o cualquier ciudadana que fuese mujer no podrían asistir porque no se tendrían en cuentas sus opiniones. Y a ella eso no le parece nada justo. Sobre lo que hablarían en la reunión seria sobre que quien hiciese algo que se saliera fuera de lo normal, no se molestarían en hacerle un juicio justo, simplemente o lo matarían o lo llevarían a la cárcel, a pesar de que ni siquiera haber sido ellos, les darían igual, no se molestarían en estar completamente seguros de que había sido ese el culpable de lo que hubiera pasado. Julia pensó en escribirles una carta al estado a pesar de ser muy peligroso y encima tenía dos problemas más, uno era que como era una mujer no le harían caso les darían igual lo que pensase y el otro era que al ver que dicha carta provenía de una mujer ni siquiera se pararían a leerla, la tirarían inmediatamente sin ni siquiera abrirla. Y tenía otro que si no le gustaba mucho que el pueblo se pusiera a quejarse de los derechos políticos la buscaría hasta dar con ella y pensar en el castigo que se merecería que seguramente fuera bastante cruel. Por lo del nombre pensé en poner otro pero la persona Y que se llamase así podía hasta morir por mi culpa y no me parecía nada bien. A lo mejor no me harían nada a pesar de que soy una mujer. Y si no lo intentaba al menos todo seguiría igual. A las pocas semanas decidí emprender este trabajo tan peligroso. L o primero que tenía que hacer era saber a que dirección debía mandarlo y ya después pensaría a que nombre y dirección lo pondría. Estuve mirando varios libros por si a caso venia algo pero tuve mala suerte no venia nada. Quería preguntar a mis amigos que seguro que mi mejor amiga Elsa lo sabría porque a ella le encantaba todo lo que estuviese relacionado con la política, pero no podía meterlos a ellos también en este juego que yo iba a meterme a pesar de ser bastante peligroso. Después de varias semanas buscando la dirección y recapacitando si era buena idea en lo que me iba a meter. Estuve investigando e intentando que nadie se enterase de lo que iba a hacer y que quería saber y para que quería saberlo. Conseguí encontrar la dirección de donde quería mandar la carta y tuve mucha suerte porque nadie se entero de que yo andaba buscando esa dirección para mandarle una carta al estado sobre temas políticos para quejarme de una de sus leyes que no me parecía bien, me hubiese gustado quejarme de mas pero pensé que eso era ya pasarse. El siguiente paso era pensar que poner, a que nombre y a que dirección. También pensé en no poner ningún nombre pero no creo que leyeran la carta sin saber de que persona provenía. Estuve 2 o 3 días sin poder hacer otra cosa que pensar en la dichosa carta y por fin un día me decidí a empezar a escribirla ya. Lo que puse fue lo siguiente: “Querido Gobierno, no estoy completamente de con algunas normas o leyes impuestas por ustedes. No me quejo por quejar es simplemente porque no me gustan. Una de las que menos me gusta está relacionada con los robos, asesinatos, etc. Deberían cambiar como cuando alguien roba algo y el que se cree que es el culpable y resulta que es completamente inocente se le puede hasta llegar a matar a esa persona. También deberían cambiar otras normas pero para mí una de las que menos me gusta es esa. Un cordial saludo”.Después de escribir la carta puse un nombre inventado para no meter a nadie en problemas y lo escribí. Estaba muy nerviosa pero debía seguir adelante con el proyecto. Esa noche no pude dormir nada y me supuse que tardaría unos diez en poder dormir tranquilamente. Esa mañana iba ha echar la carta que en unos pocos de días la iban a tener en sus manos los del estado. Por una parte estaba nerviosa pero por otra bastante asustada por lo que me podía pasar. La carta a parte de no estar escrita a mi nombre, tampoco estaba a mi dirección, pero lo bueno era que como no había buzones, dejaban el correo en el umbral. Entonces yo podría coger la carta que ellos me habían escrito respondiendo a mis quejas pero nadie debía verme, si no podrían llevarme hasta ellos por ser una ladrona y pensar que la que había escrito la carta era yo. A la mañana siguiente decidí llevar la carta, sin echarme para atrás, estaba a punto de caerme de los nervios que tenía. Cuando llegue conseguí que no se dieran cuenta para quien iba destinada. Cada día iba a la calle puesta en la carta y me iba a un bar que había en frente y siempre me colocaba en la misma mesa, que era donde mejor se veía la puerta de la casa. Pasó una semana y no había recibido nada. Cabía la posibilidad de que alguien la hubiera cogido, pero para que fueran a querer nadie una carta quejándose al estado de sus normas era un poco absurdo. Estaba más tiempo en el bar de en frente de la casa, que en mi propia casa. Al día siguiente ocurrió algo extraño, salió en la televisión que había llegado una carta a las manos del estado quejándose de las normas que ellos habían impuesto. Los del estado estaban con un aspecto de estar bastante furiosos. Y en ese momento vi mi vida correr en un segundo. Estaba aterrorizada pero no podía contarle nada a mi familia ni a mis amigos porque podría implicarlos y hasta podían hacer para que los mataran por mi culpa. Los del estado salían en la televisión enseñando la carta que yo había escrito, decían que iban a ir a visitar al supuesto escritor de la carta. También dijeron que lo llevarían a juicio porque les parecía que se estaba riendo de ellos. No sabía que hacer, yo sabía que la nombre que puse en la carta, no pertenecía al dueño de la dirección puesta en la carta, es decir, el nombre que yo puse que fue inventado y el que vivía en ese lugar no se llamaba con el nombre que yo había puesto. Cuando el estado fue a casa de ese señor que se llamaba Francisco Hidalgo yo estaba situada en el bar, sentada en la misma mesa que había estado sentada allí durante estas últimas semanas. Entraron en la casa del señor, estuvieron exactamente dos hora pero a mí se me paso eternamente esas dos horas parecía que habían pasado más de cinco horas, supuse que estarían hablando sobre aquella carta que yo escribí, culpando a aquel pobre hombre que no había hecho nada, intentando darles a entender que él no había hecho nada, ni siquiera estaba a su nombre. Para que iba a cambiar su nombre por el de otra persona pero iba a poner el lugar de su residencia. Parecía estúpido pero a los del estado no se lo parecía. Yo pensé que les molestaría tanto esa dichosa carta que nunca debí escribir, pero ya lo había hecho y no se podía volver atrás.