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relatos alumnos
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- Última actualización el Lunes, 02 Octubre 2017 08:21
- Publicado el Viernes, 26 Noviembre 2010 09:45
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estos son relatos creados por alumnos en diferentes IES de Extremadura. Su contenido esta protegido por licencia commons creative 3.0
La historia de Julia
La historia cuenta de una adolescente que se llamaba Julia que dentro de unos días cuantos de días cumpliría los 18 años.
Ella se pensaba que al tener ya esa edad sería libre de hacer lo que quisiese, pero eso no iba a ser así. Unos meses después de haber cumplido ya los 18 años, Julia oyó una noticia de que harían una reunión para hablar sobre temas políticos, pero ella o cualquier ciudadana que fuese mujer no podrían asistir porque no se tendrían en cuentas sus opiniones. Y a ella eso no le parece nada justo. Sobre lo que hablarían en la reunión seria sobre que quien hiciese algo que se saliera fuera de lo normal, no se molestarían en hacerle un juicio justo, simplemente o lo matarían o lo llevarían a la cárcel, a pesar de que ni siquiera haber sido ellos, les darían igual, no se molestarían en estar completamente seguros de que había sido ese el culpable de lo que hubiera pasado. Julia pensó en escribirles una carta al estado a pesar de ser muy peligroso y encima tenía dos problemas más, uno era que como era una mujer no le harían caso les darían igual lo que pensase y el otro era que al ver que dicha carta provenía de una mujer ni siquiera se pararían a leerla, la tirarían inmediatamente sin ni siquiera abrirla. Y tenía otro que si no le gustaba mucho que el pueblo se pusiera a quejarse de los derechos políticos la buscaría hasta dar con ella y pensar en el castigo que se merecería que seguramente fuera bastante cruel. Por lo del nombre pensé en poner otro pero la persona Y que se llamase así podía hasta morir por mi culpa y no me parecía nada bien. A lo mejor no me harían nada a pesar de que soy una mujer. Y si no lo intentaba al menos todo seguiría igual. A las pocas semanas decidí emprender este trabajo tan peligroso. L o primero que tenía que hacer era saber a que dirección debía mandarlo y ya después pensaría a que nombre y dirección lo pondría. Estuve mirando varios libros por si a caso venia algo pero tuve mala suerte no venia nada. Quería preguntar a mis amigos que seguro que mi mejor amiga Elsa lo sabría porque a ella le encantaba todo lo que estuviese relacionado con la política, pero no podía meterlos a ellos también en este juego que yo iba a meterme a pesar de ser bastante peligroso. Después de varias semanas buscando la dirección y recapacitando si era buena idea en lo que me iba a meter. Estuve investigando e intentando que nadie se enterase de lo que iba a hacer y que quería saber y para que quería saberlo. Conseguí encontrar la dirección de donde quería mandar la carta y tuve mucha suerte porque nadie se entero de que yo andaba buscando esa dirección para mandarle una carta al estado sobre temas políticos para quejarme de una de sus leyes que no me parecía bien, me hubiese gustado quejarme de mas pero pensé que eso era ya pasarse. El siguiente paso era pensar que poner, a que nombre y a que dirección. También pensé en no poner ningún nombre pero no creo que leyeran la carta sin saber de que persona provenía. Estuve 2 o 3 días sin poder hacer otra cosa que pensar en la dichosa carta y por fin un día me decidí a empezar a escribirla ya. Lo que puse fue lo siguiente: “Querido Gobierno, no estoy completamente de con algunas normas o leyes impuestas por ustedes. No me quejo por quejar es simplemente porque no me gustan. Una de las que menos me gusta está relacionada con los robos, asesinatos, etc. Deberían cambiar como cuando alguien roba algo y el que se cree que es el culpable y resulta que es completamente inocente se le puede hasta llegar a matar a esa persona. También deberían cambiar otras normas pero para mí una de las que menos me gusta es esa. Un cordial saludo”.Después de escribir la carta puse un nombre inventado para no meter a nadie en problemas y lo escribí. Estaba muy nerviosa pero debía seguir adelante con el proyecto. Esa noche no pude dormir nada y me supuse que tardaría unos diez en poder dormir tranquilamente. Esa mañana iba ha echar la carta que en unos pocos de días la iban a tener en sus manos los del estado. Por una parte estaba nerviosa pero por otra bastante asustada por lo que me podía pasar. La carta a parte de no estar escrita a mi nombre, tampoco estaba a mi dirección, pero lo bueno era que como no había buzones, dejaban el correo en el umbral. Entonces yo podría coger la carta que ellos me habían escrito respondiendo a mis quejas pero nadie debía verme, si no podrían llevarme hasta ellos por ser una ladrona y pensar que la que había escrito la carta era yo. A la mañana siguiente decidí llevar la carta, sin echarme para atrás, estaba a punto de caerme de los nervios que tenía. Cuando llegue conseguí que no se dieran cuenta para quien iba destinada. Cada día iba a la calle puesta en la carta y me iba a un bar que había en frente y siempre me colocaba en la misma mesa, que era donde mejor se veía la puerta de la casa. Pasó una semana y no había recibido nada. Cabía la posibilidad de que alguien la hubiera cogido, pero para que fueran a querer nadie una carta quejándose al estado de sus normas era un poco absurdo. Estaba más tiempo en el bar de en frente de la casa, que en mi propia casa. Al día siguiente ocurrió algo extraño, salió en la televisión que había llegado una carta a las manos del estado quejándose de las normas que ellos habían impuesto. Los del estado estaban con un aspecto de estar bastante furiosos. Y en ese momento vi mi vida correr en un segundo. Estaba aterrorizada pero no podía contarle nada a mi familia ni a mis amigos porque podría implicarlos y hasta podían hacer para que los mataran por mi culpa. Los del estado salían en la televisión enseñando la carta que yo había escrito, decían que iban a ir a visitar al supuesto escritor de la carta. También dijeron que lo llevarían a juicio porque les parecía que se estaba riendo de ellos. No sabía que hacer, yo sabía que la nombre que puse en la carta, no pertenecía al dueño de la dirección puesta en la carta, es decir, el nombre que yo puse que fue inventado y el que vivía en ese lugar no se llamaba con el nombre que yo había puesto. Cuando el estado fue a casa de ese señor que se llamaba Francisco Hidalgo yo estaba situada en el bar, sentada en la misma mesa que había estado sentada allí durante estas últimas semanas. Entraron en la casa del señor, estuvieron exactamente dos hora pero a mí se me paso eternamente esas dos horas parecía que habían pasado más de cinco horas, supuse que estarían hablando sobre aquella carta que yo escribí, culpando a aquel pobre hombre que no había hecho nada, intentando darles a entender que él no había hecho nada, ni siquiera estaba a su nombre. Para que iba a cambiar su nombre por el de otra persona pero iba a poner el lugar de su residencia. Parecía estúpido pero a los del estado no se lo parecía. Yo pensé que les molestaría tanto esa dichosa carta que nunca debí escribir, pero ya lo había hecho y no se podía volver atrás.
Cuando salieron de la casa llevaban al hombre esposado que tenía la cara blanca y se le veía a punto de llorar, su esposa y sus cuatro hijos estaban llorando desconsoladamente y con una cara de terror. Al parecer era un hombre bueno, que trabajaba para poder mantener a su familia. En ese momento supe que había metido a aquel pobre hombre en un buen lio y todo por mi culpa. Supe que ese momento nunca se me borraría de la cabeza. Esa noche no pude dormir asique me puse a pensar, pensé que debería de decir toda la verdad, pero me metería en un doble problema. Pero no podía permitir que aquel pobre hombre fuera el culpable de algo que no había hecho. Lo que haría seria esperar unos días a ver si creían al pobre hombre y lo dejaban libre y que volviera a su rutina normal y poder ver a su esposa y sus cuatro hijos de nuevo porque no le dejaban que nadie lo visitara hasta que no dijese toda la verdad y el les decía que él no lo había hecho que no había escrito la carta pero como no lo creían se pensaban que estaba mintiendo. Si esto no ocurría y seguían echándole la culpa de algo que no había hecho ya pensaría en que hacer para ayudar a aquel pobre hombre pero sin culparme a mí. Si no seria y pasaría lo mismo que si dijese en un principio que la culpable de todo aquello era yo la que había escrito esa carta tan famosa era yo. Que yo había escrito aquella carta porque no me parecía bien las normas. Debía pensar y actuar rápido porque el tiempo pasaba muy rápido. También tenía que ocultarle todo aquello a mi familia, que sería bastante difícil. Antes de que me diera cuenta ya habían pasado tres días y todo aquel problema seguía igual. Debía actuar con algo rápidamente sin dejar pasar ni un segundo más. Pasó un día y seguía igual, al hombre lo seguían culpando y yo estaba de los nervios y sin saber que podía hacer. De pronto me acorde de la ONU que era una organización para ayudar a la gente inmigrantes con problemas políticos, podían denunciar al estado de mi parte pero sin decirles de parte de quien exactamente iban. También daba la casualidad de que aquel pobre hombre al que llamaban algunos Francisquito de forma cariñosa era también inmigrante al igual que yo. Tenía que llamarles en ese mismo instante para pedirles ayuda. Pero tenía que conseguir su número de teléfono rápidamente. Pero como lo haría. No tenía ni idea de que podía hacer para conseguirlo ya. Me empecé a arrepentir de lo que había hecho pero ya no se podía volver atrás. Estuve a punto de contarle todo a mi padre porque no aguantaba más con la presión. Pero no lo hice sabía que si se lo contaba todo lo que había ocurrido, me diría que a partir de ese instante se haría cargo el de solucionar todo aquello y no lo quería meter en problemas que yo quería solucionar sola y sin que nadie me ayudara. A mi madre le encantaba leer, le gustaba todo mientras que fuese para leer le gustaba tanto la historia como la intriga, la novela, como leer chinchorreo y por eso compraba siempre todos los días el periódico porque venían historias, chistes, anécdotas, etc. Y ese día como no sabía que hacer pensé en relajarme un rato y leer las noticias del periódico. Aparecía en el periódico que el estado estaba enfadado por haber recibido una carta de un hombre que decía que él no había escrito aquella carta y estaban hecho un lío. Deje el periódico pero no me lo podía creer lo que estaba viendo no sabía ni cómo ni porque venía el numero de la ONU escrito detrás en el periódico. No me lo pensé llame rápidamente. Le conté todo lo que había pasado y porqué lo había hecho. Me dijeron que no pasaba nada que al contrario, que había hecho bien en dar mi opinión, que me ayudarían en todo y que no me preocupase de nada que ellos hablarían de mi parte pero que los del estado no se enterarían de parte de quien iba la ONU. Me dijeron que le iban a escribir una carta quejándose y que si les decían algo que no le gustara mucho a la ONU, podían hasta llegar a denunciarlos porque podían hacerlo. Le escribirían cuanto pudieran y se lo mandarían. Me dijeron que todo lo que hablasen con ellos me lo mandarían por carta para que yo supiese todo lo que estaba ocurriendo con aquel tema. Al los dos días siguientes me mandaron una carta que provenía de la ONU, era lo que le habían escrito. Decía lo siguiente: “Querido estado, somos de la ONU, una organización internacional para ayudar a los inmigrantes en todo lo que podamos. Esta carta está escrita y envía a ustedes porque hay un problema con un señor que tienen retenido porque pensáis que ha sido él cuando no ha sido el. Deberían solucionarlo rápido. Si se ponen a quejarse en lugar de solucionarlo, podemos hacer algo. Que pasen un buen día. Un cordial saludo, la ONU.” No me creía que me hubiesen ayudado al final pensé que era una de esas organizaciones que te dicen que te van a ayudar en cuanto puedan y pueden pasar dos o tres meses y todavía no te han ayudado o ni si quieran te ayudan, pero esta organización no era así, no habían tardado en escribirle al estado dos días era asombroso y tenía que darles las gracias por todo lo que estaban haciendo por mí, así que les mande una cesta de galletas dándoles las gracias por todo. Yo no me arrepentía de lo que había hecho. Hasta llegaba a estar feliz porque podrían hacerme caso y cambiar aquella norma tan cruel. A los pocos días me volvieron a mandar otra carta. Mis padres y mis dos hermanas Raquel y Elsa no se habían dado cuenta por suerte.
En la carta decía lo siguiente: “Querida ONU, había escuchado hablar de vuestra organización y me parece muy bien lo que hacéis. Tenemos a ese hombre retenido porque creemos que es él el que ha enviado la carta quejándose de las normas que imponemos. Esta puesta a su dirección, pero no a su nombre que es lo único que nos despista, porque para que iba a poner su dirección y no su nombre, pero no lo vamos a soltar aún. Lo tendremos retenido así hasta pensar en el castigo que le impondremos y encima es inmigrante. Sabemos que ustedes saben quién es el escritor de esa carta, pero no nos lo vais a decir. Esperaremos unos días y si no, no lo queréis decir culparemos a Francisco Hidalgo aunque no sea él el culpable de esto porque nos da igual. Un saludo.” Me quede sin palabras con la respuesta que les dio el estado a la ONU y tenía que decir que la culpable era yo. Le escribí una carta a los de la “ONU” para citarlos porque quería hablar con ellos sobre lo que pasaría con esto y que se estaba yendo ya de las manos el problema. Esto fue lo que les escribí: “Querida ONU, soy Julia. Muchas gracias por todo la ayuda que me estáis dando, pero todo esto debe acabar cuanto antes. Ese pobre hombre no ha hecho nada y es culpable de algo que no ha hecho que he hecho yo y debe salir cuanto antes de la cárcel porque tiene que mantener a su familia para seguir adelante porque su mujer no trabajo porque al ser al igual que yo inmigrante no le dan trabajo y también por ser mujer, sus cuatro hijos son demasiado chicos para trabajar tienen: ocho, cinco, tres y el más pequeño tiene tres meses. También hablando de esta familia me gustaría mucho que le ayudaran todos los meses económicamente porque no pueden casi llegan a final de mes con solo el trabajo del padre que por cierto es pésimo. De nuevo les doy las gracias por todo. Le escribo esta carta para citarlos si fuera posible .Espero que les hayan gustado las galletas que les mande. Un saludo. Julia.” Al día siguiente volví a recibir una carta, esta también era de la “ONU” y me supuse que sería la respuesta de mi carta. Decía lo siguiente: “Querida Julia, no tienes que darme las gracias somos una organización que nos encargamos de eso. Está bien quedaremos mañana a las 10.00 de la mañana en las oficinas “ONU”. Y hablaremos más tranquilamente. Sí, nos encantaron las galletas que nos mandaste. Encima tuvieron el valor de escribir que encima eran inmigrantes y eso fue lo que más nos dolió. Un saludo.”Estaba contenta de poder hablar por fin con la “ONU” y arreglar todo este lío. Por otro lado estaba asustada de lo que podía pasar. Eran las 9.30 de la mañana y salí de mi casa para ir a las oficinas “ONU”. Mis padres me dijeron que ha donde iba a esa hora y les tuve que mentir y decirles que me iba a la biblioteca a estudiar historia. Cuando llegue me hicieron pasar a una sala y me preguntaron que si yo era Julia y yo asentí con la cabeza. Había dos personas una mujer y un hombre no me podían creer que hubiese una mujer trabajando. Se les veían jóvenes, la mujer tendría unos 28 años y el hombre unos años más que yo así que tendría 19 o 20 años más o menos pero no tendría más de esa edad. El hombre era alto y guapo, tenía los ojos pequeños y el cabello castaño, tenía una sonrisa que me hacía sentir bastante cómoda, de vez en cuando me sonreía y yo también me reía. Tenía unos ojos muy bonitos que cuando me miraban a los míos era como si estuviese hablando con alguien que conocía de toda la vida, eran marrón chocolate. La mujer era más baja y estaba gordita, pero se le veía muy buena persona y me sentía con ella también muy a gusto. Antes de empezar a hablar les pregunte su nombre y me dijeron que se llamaban Rosa y Ignacio. Tuvimos una larga conversación y fue la siguiente:
-Rosa: Hola, soy Rosa, encantada de conocerte. Este es mi compañero que como sabes ya se llama Ignacio
-Yo: Hola, lo mismo digo encantado de haberos conocido. Como ya sabéis también vosotros yo soy Julia.
-Ignacio: Bueno, ahora dinos, ¿por qué quieres hablar con nosotros?
-Yo: Porque por carta tardaríamos mucho en arreglar todo mientras que hablando así podemos tardar solo unas cuantas de horas. Por lo que he venido a sido porque quiero solucionar ya todo esto. No quiero que culpen a ese hombre porque él no es el culpable.
-Ignacio: El estado nos dijo que esperarían unos cuantos de días y nos han mandado hoy otra carta diciéndonos que nos daban de plazo hasta mañana para decir quién es el verdadero culpable de todo que si no lo hacíamos, culparían al Francisco Hidalgo. Y que a ellos les daba igual que ellos no fuera.
-Rosa: como ya sabes lo que más nos molesto fue lo de que era inmigrante, pero eso no tiene nada que ver. Hasta por haberles mandado una carta nosotros quejándonos también podrían ponerle un castigo mayor al ser nosotros una organización internacional para ayudar a inmigrante.
-Yo: Pobre hombre, ya lo he pensado, diré cuando sea el juicio que he sido yo.
-Ignacio: No seas tonta Julia, hay que pensarlo mejor.
-Yo: No voy a dejar que cargue con la culpa ese hombre.
-Rosa: Sabemos que no quieres culpar a ese hombre, pero lo que Ignacio quiere decir es que hay que pensar mejor lo que vamos a hacer.
-Yo: Está bien, lo hare así esperare.
-Ignacio: Es mucho mejor así Julia.
-Rosa: Nos dijeron en la carta que iban a hacer una excepción.
-Yo: ¿Cuál?
-Rosa: Tranquila Julia.
-Ignacio: Que le van a hacer un juicio.
-Yo: ¿Cuándo?
-Ignacio: Julia deja terminar, ¡por favor!
-Rosa: Eso deja terminar.
-Yo: ¡Lo siento mucho!
-Ignacio: No pasa nada.
-Rosa: No te preocupes.
-Ignacio: Rosa, no le hagas sufrir más, díselo anda.
Ignacio me miro con una sonrisa y yo le devolví la sonrisa.
-Rosa: Esta bien, se lo diré.
-Yo: Pero decídmelo ya.
Otra vez Ignacio me miro riéndose, yo sabía que lo hacían de broma pero me estaba empezando a poner ya nerviosa.
-Ignacio: Venga Rosa, no le hagas sufrir más.
-Rosa: Le harán un juicio.
-Yo: ¿Enserio?
-Ignacio: Sí, bueno eso han prometido.
-Yo: Bueno al menos le hacen un juicio justo. Ahí será cuando diga que soy yo la culpable.
-Rosa: Vale, pero como lo hacemos para que no te pongan un castigo demasiado cruel.
-Ignacio: ¿Lo saben tus padres?
-Yo: Me temo que no.
-Ignacio: Pues tendrás que decirse en cuanto llegues a casa.
-Yo: Lo sé.
-Rosa: Una pregunta, si no es mucha molestia.
-Yo: No, pregúnteme.
-Rosa: ¿Cuántos años tienes?
-Yo: Tengo 18 años, los cumplí hace unos meses.
-Rosa: Asique eres mayor de edad.
-Yo: Si.
Y el rostro de Rosa empezó a decaer. Ignacio y yo nos miramos y le pregunte.
-Yo: ¿Qué pasa Rosa?
-Ignacio: Creo que lo sé.
-Yo: ¿El que?
-Rosa: Pues que te pondrán un castigo mayor por tener ya los 18 años.
-Yo: No debí de hacerlo, ¿verdad?
-Rosa: Yo te entiendo que no te gustan las normas, pero es muy peligroso lo que has hecho.
-Ignacio: Pero no te preocupes no te pasara nada. Intentaremos que no te pongan ningún castigo que vuelvas a seguir con lo tuyo como que no haya pasado nada.
-Yo: Muchísimas gracias.
Corrí hacia ellos y los abrace, fue un acto involuntario, cuando me di cuenta ya estaba abrazados a ellos dos, pero note que no les importo, al contrario, que les gusto que le diesen un abrazo. Y dije:
-Yo: Ya sé lo que voy a hacer.
-Rosa y Ignacio: ¿Qué?
-Yo: Iré, en cuanto llegue a mi casa se lo diré a mis padres y diré que fui yo durante el juicio.
-Ignacio: Esta bien, pero te ayudaremos.
-Yo: Vale. No sé como os lo podría agradecer. Muchas gracias.
-Rosa y Ignacio: Adiós
-Yo: Adiós.
Llegue a mi casa a las 2.30 del mediodía, no podía esperar más, era el momento justo, durante la comida se lo contaría todo a mis padre, era lo mejor. Llegue a la mesa y me senté, mis padres me preguntaron que qué tal me había ido y les dije:
-Yo: La verdad es que no he ido a la biblioteca.
-Mamá: ¿Y dónde has ido, Julia?
-Yo: He ido a las oficinas “ONU”.
-Papá: ¿Para qué?
El rostro de mi madre empezó a cambiar y a ponerse blanco.
-Yo: Vosotros habéis oído hablar de la carta que le han mandado al estado, ¿verdad?
-Papá: Sí, ¿pero que tiene que ver todo eso contigo y con las oficinas “ONU”, no te entiendo?
-Mamá: Julia cuéntanoslo todo
-Yo: Pues que la que escribió esa carta fui yo, no ese hombre puse esa dirección por poner, pero el nombre me lo inventé. No pensé que se pusieran así por una carta. No me parecía bien las normas impuestas. Lo de las oficinas “ONU” como sabréis son una organización internacional para ayudar a los inmigrantes. He estado recibiendo esta última semana carta que me enviaba la “ONU”.
Los rostros de mis padres y mis dos hermanas eran realmente asombran tés.
-Papá: ¿Pero por qué?
-Yo: Porque no me gusta que no cuenten con las opiniones de las mujeres que les den igual. Además en esa carta no dice nada de eso de lo que me quejo es de lo que le está pasando a este hombre.
-Mamá: ¿Y el juicio?
-Yo: Pues nada, que mañana es el juicio del hombre y allí será cuando diga que la culpable soy yo.
-Mamá: ¿Y la “ONU” que tiene que ver?
-Yo: Como dije antes ayuda a los inmigrantes como nosotros. Ellos me apoyaran en todo mañana.
-Papá: Gracias por decírnoslo hija.
-Yo: ¿Como que gracias papá? En todo caso debería de pediros yo perdón por no haberos contado nada. ¡Lo siento mucho! No quería hacer todo esto.
-Mamá: Te queremos cariño. Te acompañaremos mañana al juicio para que no te sientas sola, que tu familia también estará allí y te acompañara en todo lo que se pueda.
-Yo: Tengo otra mala noticia.
-Papá: ¿Cuál?
Mi madre se puso de repente a llorar y yo no me pude aguantar al verla así, con toda la presión , me puse a llorar.
-Yo: Que al ser ya mayor de edad el castigo puede ser mayor. Pero los de la “ONU” me dijeron que no me preocupara, que no me pasaría nada y que intentarían que después del juicio siguiese con mi vida normal como si esa carta nunca hubiera existido. Además me siento muy agusto con el chico que trabaja allí, que tiene mi edad y me parece que me he enamorado pero ya veremos lo que pasa mañana.
Cerramos la noche con un gran abrazo familiar mis padres y mis dos hermanas Elsa y Cecilia.
A la mañana siguiente que era ya el juicio eran las 9.30 de la mañana y el juicio empezaba a las 10.30, teníamos una hora para tener todo preparado para ir al juicio. Llegamos a las 10.00 y ya estaban allí los de la “ONU” nos sentamos al lado de ellos y los presenté.
-Ignacio: Parece que se lo has contado todo, todo.
-Yo: Pues si, y me siento mucho mejor sin engañar ya a nadie, estoy muy nerviosa por lo que me va a pasar pero feliz de que aquel pobre hombre le dejaran de culpar y podrá volver con su familia.
-Ignacio: No te preocupes guapa, no te va a pasar nada. Es mejor que se lo hayas contado todo. Y ahora que dices lo de aquella familia, haremos lo que nos pediste en la carta les ayudaremos económicamente.
Se me sonroso la cara porque Ignacio me había llamado guapa. El también se rio al igual que yo. Me alegre cuando le oí decir esas palabras de que iba a ayudar a aquella familia. En ese momento entro la familia del acusado llorando desconsolados, la madre traía en sus brazos al pequeño que era el único que no lloraba porque no se daba cuenta de lo que le estaba pasando a su padre. Entro el juez y me empecé a poner nerviosa, Ignacio me cogió la mano y me sentí más segura. El juicio comenzó:
-Juez: Buenos días, estamos aquí reunidos para pensar en el castigo que le impondremos a este señor por haber escrito una carta que dice que es mentira.
También estaba allí el presidente y yo me quería morir, pero Ignacio seguía con mi mano agarrada y eso me tranquilizaba porque sabía que él iba a luchar por m hasta el final.
-Juez: Por última vez se lo preguntare señor Hidalgo, ¿Es usted el escritor de esa carta?
El pobre hombre se puso a llorar y mi madre me miro cuando el juez pronuncio “es usted el escritor de esa carta”
-Francisco Hidalgo: No señoría no he sido yo.
-Juez: No diga usted tonterías, si no es usted, ¿quién es?
-Francisco Hidalgo: La verdad es que yo tampoco lo sé, lo único que yo sé es que yo soy completamente inocente.
Supe que ese era el momento justo para decir que había sido yo, le solté la mano a Ignacio y él me miro, también sabía que iba a decir que había sido yo. Y lo dije.
-Yo: Dice la verdad señoría.
Me tuve que poner en una mesita que estaba situada justo al lado de la mesa del juez. Se oyeron voces pero que no entendía, estaba paralizada, no me podía creer que había dicho yo eso y mis padres y mis dos hermanas me miraron con cara de terror, mis hermanas tenían 8 y 14 años y se pusieron a llorar. Rosa también me miro, e Ignacio no me quitaba la vista de encima y yo lo miraba porque era el único que me tranquilizaba. Me fui para colocarme en la mesita y empecé a hablar. Francisco dio un suspiro que eso me hizo seguir para adelante y decir toda la verdad.
-Juez: Diga todo lo que tenga que decir señorita, no se quede nada dentro cuente todo lo que sepas.
-Yo: El señor Francisco Hidalgo dice la verdad, el no ha sido, porque la que escribió la carta he sido… “yo”. Lo hice porque no me parecía bien esa ley y lo demuestro en este caso con todo lo que le ha pasado a este hombre. Perfectamente podría haber dejado que cargara él con toda la culpa porque al estado le daría igual que fuese uno o otro, asique no se molestarían en averiguar bien que este señor era el verdadero culpable. Esto no se lo escribí en la carta pero tampoco me parece bien que las mujeres no cuente para nada su opinión y que no pueda trabajar en un verdadero trabajo como el de la señorita Rosa una de las encargadas de la “ONU”, tengan que trabajar como amas de casa y cuidando de los hijos porque se dice que no saben hacer nada más porque, si me lo permiten, es una mentira. Los de la “ONU”, me han estado informando de lo que pasaba porque les pedí ayuda porque empezaba a asustarme la cosa. Me trataron muy bien y le estuvieron mandando cartas con el estado. El presidente le respondía una cosa que nunca se me olvidara es que dijeron “y encima son inmigrantes”. Por eso también les pedí ayuda. Lo que me ha hecho seguir adelante ha sido el señor Ignacio, que por cierto me he enamorado de él. Lo último que diré será que yo no lo hice para reírme de las normas que se imponen sino porque hay algunas que deberían cambiar y no soy la única que lo piensa, pero si soy la única que se ha atrevido a decirlo. Lo siento mucho pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Y con esto me despido porque no tengo nada más que decir ya usted señoría sabrá lo que tendrá que hacer y el castigo que debe ponerme. ¡Ah!, antes de que se me olvide y lo juro que con esto acabo, es que por favor dejen a este pobre hombre libre y que no le hagan nada porque es un padre de familia igual que cualquier otro.
Cuando termine de decir estas palabras suspire, me sentí muy contenta de haber hecho lo correcto, y no me arrepentía de nada y sentí que Ignacio sentía lo mismo que yo y que seriamos felices juntos. Pero ocurrió otro momento que nunca el resto de mi vida se me olvidaría. Toda la sala se puso a aplaudirme e Ignacio se levantó y me miro y me sonrió y no lo pude controlar que se me saltaran las lágrimas de la emoción, el único que no aplaudía era el presidente y el juez, pero el juez no me preocupaba porque sabía que no podía hacer eso. Y de pronto todo el mundo de cayo porque iba a hablar el juez, este se puso de pie para hablar que yo nunca había visto que ningún juez se pusiese de pie para hablar. Y dijo lo siguiente:
-Juez: Dicho todo esto, a usted don Francisco Hidalgo le doy la libertad porque usted es completamente inocente y respecto a ti jovencita…me ha conmovido y quiero darle también la libertad porque no lo ha hecho en el mal sentido sino por sus derechos que la mujer también los debe de tener, también quiero pedir a todas las mujeres del mundo perdón porque estaba cegado y porque la chica tiene razón porque las mujeres pueden hacer lo que hacen los hombre y hasta mejor. Y por ultimo tengo que decir una cosa más y es a ti señor presidente, me tenia cegado pero no lo vas a volver a hacer más, porque le quito el cargo de presidente y se lo doy al señor Hidalgo porque para mí es el hombre más honrado que ha podido existir que seguía insistiendo en que él era inocente. Y respecto a la organización “ONU” darles las gracias y decirle que el ex presidente desde este mismo instante donara a esta organización todos los ahorros que tenía el señor Javier. Y esto es todo se cierra la sesión. Muchas gracias Julia porque eso es ser valiente.
Era increíble el señor juez se había puesto a aplaudirme y todos los demás que estaban en la sala lo acompañaron aplaudiéndome. Yo no me lo podía creer pensé que todo aquello era un sueño en el que despertaría de un momento a otro, yo esperaba ese momento, para decir “todo era un sueño”. Francisco se me acerco junto a su familia me dio mil y una vez las gracias y yo le decía “no es usted quien me debe de dar las gracias sino yo le debo dar mil y dos veces decirle perdón porque ha pasado todo esto por mi culpa”. La esposa estaba feliz y no se podía creer que sería la mujer del presidente. Al presidente lo metieron en la cárcel porque gracias a mi también se dieron cuenta de que estaba robando dinero a la gente del pueblo, estaría unos cuantos de años en la cárcel y se les sumarian otros años mas por ser racista. Rosa vino a donde yo estaba situada y me dijo que estaba orgullosa de mí que si quería algún día ir a tomarnos algo juntas que la llamase que ella estaría encantada. Mi familia me sonreía y me dijo mi madre con gestos que mirase para atrás. Cuando mire me encontré con el rostro del amor de mi vida. Me dije que si no hubiera hecho todo aquello de la carta no lo hubiera conocido nunca y que todo seguiría igual. Me dijo que la parte que más le gusto fue “me he enamorado de él” me lo dijo susurrándome al oído. Estaba feliz y supe que ese sería sin duda el día más feliz de mi vida.
Ángeles Sánchez de los Santos 3ºA
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